Monday 10 December 2007

SW-NZ's 2nd statement on Venezuela in Spanish

LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA Y EL INTERNACIONALISMO SOCIALISTA: ORGANIZARSE PARA LIBRAR LA 4ª GUERRA MUNDIAL Una continuación de nuestra declaración del Primero de Mayo: “El avance de la revolución venezolana y la coordinación socialista internacional” Comité Central de Socialist Worker (Obrero Socialista) de Nueva Zelanda 7 de julio de 2007 Los debates que están produciéndose globalmente entre grupos e individuos de la izquierda en torno a la revolución bolivariana tienen una importancia capital para la lucha de masas por la emancipación de la humanidad. Para acelerar este debate internacional, el comité central de Socialist Worker-Nueva Zelanda publicó su declaración del primero de mayo de 2007 titulada “El avance de la revolución venezolana y la coordinación socialista internacional”. Tal como esperábamos, nuestra declaración ha producido un debate considerable. Saludamos las respuestas que hemos recibido de individuos y grupos socialistas de todo el mundo. Algunas de estas respuestas, junto con nuestra declaración original del Primero de Mayo, pueden leerse en nuestro blog: www.unityaotearoa.blogspot.com Socialist Worker-Nueva Zelanda está afiliado a la Tendencia Socialista Internacional (TSI) desde 1995. Esperamos que muchos otros afiliados a la TSI aporten sus ideas acerca de Venezuela. Invitamos también al resto de la izquierda a hacer uso de nuestro blog para ampliar el perímetro de la discusión. Creemos que la revolución en marcha en Venezuela tiene el potencial para recomponer las corrientes socialistas en todos los continentes, y que el debate sobre esta cuestión es demasiado importante para mantenerlo restringido al interior de cada tendencia. Tiene que ser un debate abierto que implique a los socialistas de todo el mundo. Podéis enviar vuestras aportaciones a nuestro blog via socialist-worker@pl.net En esta continuación de nuestra declaración del Primero de Mayo, desarrollamos algunos de los aspectos planteados inicialmente, y respondemos a algunas de las críticas formuladas en las respuestas que hemos recibido hasta ahora. Nuestro análisis colectivo de la revolución bolivariana va a suponer una mejora de nuestra comprensión colectiva de la lucha en constante desarrollo por el socialismo. Toda revolución viva produce una abundante cosecha en los planos de la teoría socialista, la estrategia, la táctica, el movimiento y la organización. En palabras de Lenin, el “alma viva” del marxismo es el “análisis concreto de la situación concreta”. Socialist Worker-Nueva Zelanda entiende la necesidad de integrar teoría y práctica. Por eso nuestro análisis de Venezuela está ligado a una serie de propuestas prácticas para la acción y la organización de la TSI. Estas propuestas fueron presentadas por primera vez en nuestra declaración del Primero de Mayo y aparecen de nuevo aquí a modo de conclusión. LA LIBERTAD, EL ENTUSIASMO Y EL CAOS DE UNA REVOLUCIÓN Socialist Worker-Nueva Zelanda cree que los acontecimientos de Venezuela no pueden dejar de suscitar entusiasmo. Las masas están participando activamente en la política, de un modo que tiene pocos precedentes en la historia mundial. La gente comienza a tomar el poder en sus manos y a cambiar la sociedad en la que vive. No hay más que ver algunas de las imágenes que nos llegan de Venezuela para percibir la emoción que anima a la gente. En las manifestaciones y actos por el socialismo, los participantes dan señales de estar viviendo el momento álgido de su existencia, un momento de alegría y determinación. En un artículo para The Guardian (28 de febrero de 2007), George Galloway, diputado de Respect en Gran Bretaña y activista internacional por la paz, refería su visita a Venezuela. Escribía: “La atmósfera en Caracas es febril. En los grandes arrabales, sobre las laderas en torno al centro metropolitano, proliferan las cooperativas obreras, las reuniones sindicales, las marchas y los debates”. Su descripción recuerda las escenas de Petrogrado en los días posteriores a la revolución de febrero de 1917 que derribó la monarquía rusa. A las personas que desean aferrarse al pasado, estas escenas pueden resultarles perturbadoras e incomprensibles. Para los revolucionarios, este caos aparente no hace más que revelar las enormes fuerzas sociales que se han puesto en movimiento, generando una magnífica oportunidad para la liberación desde la base. El pueblo está aprendiendo directamente, a partir del material de un proceso revolucionario en marcha. Un aprendizaje de este tipo, como señalaba Lenin, sucede en poco tiempo y echa raíces. A pesar de los grandes obstáculos que aún deben superar, las masas antes “invisibles” de Venezuela están conquistando su dignidad humana, y esta es una experiencia a la que no se renuncia fácilmente. Están tocando algo por lo que, sin ninguna duda, merece la pena luchar. Por eso 5,7 millones de personas se han registrado en los censos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en poco más de un mes. EL DOBLE PODER EN VENEZUELA Como decíamos en nuestra declaración del Primero de Mayo, Socialist Worker-Nueva Zelanda cree que existe una situación de doble poder en Venezuela. Las fuerzas de clase están en equilibrio. Ninguna de las dos alianzas de clase antagónicas ha sido aún capaz de ganar la batalla que ambas reconocen estar librando en distintos niveles: político, económico, ideológico, administrativo, cultural y, en ocasiones, violento. El concepto de doble poder no es una categoría histórica inmutable que podamos aplicar rígidamente. El doble poder tendrá características diferentes en cada situación revolucionaria. Las revoluciones no van a desarrollarse de la misma forma en cada ocasión. En Venezuela, el doble poder surgió de un periodo de intensa lucha de clases entre 2002-2003, que culminó con el referéndum de ratificación ganado por Chávez, de forma concluyente, en 2004. Esta fue una lucha por el control de la multimillonaria industria petrolera de Venezuela, en torno a la cual gira toda la economía. Los planes del gobierno de Chávez para obtener el control efectivo de la empresa, nominalmente estatal, Petróleos de Venezuela (PDVSA), llevó a un enfrentamiento feroz entre la oligarquía, de un lado, y el gobierno y sus bases de apoyo, de otro. La huelga iniciada por los patronos de PDVSA el 9 de abril de 2002, instigó un golpe militar en toda regla, respaldado por Washington. Dos días más tarde, Chávez fue detenido por un grupo de oficiales derechistas. Millones de venezolanos llenaron las calles reclamando la liberación de Chávez y su restitución a la presidencia. Animados por estas movilizaciones de masas, los sectores chavistas del ejército se lanzaron a una contraofensiva el 13 de abril. El golpe fue derrotado y Chávez recuperó su cargo de presidente. La oposición se reagrupa, y en diciembre de 2002, organiza una huelga patronal de dos meses. PDVSA tiene que cerrar y el lock-out se extiende a las principales industrias, quebrantando la economía y agravando la situación de pobreza de millones de venezolanos. El presidente y los chavistas se movilizan. Voluntarios civiles y personal militar pro-Chávez abren líneas de suministro de alimentos y otros productos a las masas de pobres urbanos de Venezuela, y crean estructuras que más tarde se transformarán en “misiones”. La masiva resistencia popular, impulsada por Chávez al movilizar los recursos del gobierno en su apoyo, hizo que los capitalistas cedieran a medida que se agotaban sus beneficios. La huelga patronal acabó el 3 de febrero de 2003. Muchas empresas fueron a la quiebra. A finales de marzo, el gobierno de Chávez, con la ayuda de los trabajadores del petróleo, había logrado el control total de PDVSA y desplazado a todas las fuerzas de oposición. Se abría la posibilidad de socializar la riqueza petrolera en beneficio del pueblo venezolano. Esta fue una batalla decisiva, habida cuenta de la centralidad del petróleo en la economía venezolana, base del poder y la riqueza de la oligarquía en asociación con el capital foráneo. La oligarquía era muy consciente del desafío. Y los trabajadores, a través de la movilización de masas y las ocupaciones de empresas, desempeñaron un papel dirigente. Tras esta victoria, Chávez pudo poner en marcha el proceso que ha conducido a la creación de las misiones y los consejos comunales. Las fuerzas de la oposición trataron de librarse de Chávez por medio de un referéndum de revocación. A pesar de una brutal ofensiva propagandística, las masas volvieron a agruparse en apoyo del presidente. 5,8 millones de venezolanos dijeron “no” en el referéndum de agosto de 2004: un 59% de los votos. Las fuerzas de la oposición política sufrieron una derrota tan grave que, en plena desesperación, boicotearon las elecciones a la Asamblea Nacional del año siguiente. El otro flanco de la economía venezolana sigue, en su mayor parte, bajo el control del capital nacional y extranjero. Los medios de comunicación están, mayoritariamente, en manos de la oligarquía de Venezuela, y se dedican a propagar ideología capitalista y a difamar al gobierno de Chávez. La burocracia corrupta en el seno del estado capitalista existente sigue oponiéndose de forma radical a Chávez y al movimiento de masas. Las fuerzas contrarrevolucionarias tratan de malograr las medidas sociales (y, cada vez en mayor medida, socialistas) del gobierno, actuando de forma abierta cuando pueden, y soterrada cuando se les presiona. Dado que las grandes corporaciones dominan la mayor parte de la economía, Chávez tiene que ser prudente en su lucha contra el mercado. Trata de evitar que se produzca una huelga masiva de capitales antes de que los trabajadores hayan conquistado la organización revolucionaria, la experiencia práctica y el apoyo internacional necesarios para dirigir una economía socialista. El presidente no puede decretar la desaparición de las grandes fuerzas capitalistas, y estas obligan al gobierno a mantener una “relación” con los capitalistas locales e internacionales, lo que es cualitativamente distinto a una “alianza” o “asociación”. En la actualidad, las fuerzas de clase antagónicas en Venezuela se encuentran en una situación de equilibrio general, pero no parece probable una reanimación de los elementos abiertamente contrarrevolucionarios en el futuro inmediato. En una situación de doble poder, no cabe una perspectiva de compromiso estratégico (a diferencia de las maniobras tácticas) entre clases antagónicas. Cada una de las alianzas de clase se enfrenta, a corto o medio plazo, o bien a la victoria total, o bien a la derrota absoluta. Sobre esta premisa deben examinarse los acontecimientos políticos en Venezuela. EL PAPEL DE CHÁVEZ EN LA REVOLUCIÓN La revolución en marcha en Venezuela tiene, como todas las revoluciones, sus rasgos distintivos, y uno de ellos es la figura de Hugo Chávez. El papel de Chávez en el despliegue de la revolución venezolana es un importante motivo de disensión entre los socialistas de todo el mundo, incluyendo la TSI. Para algunos socialistas, el movimiento de masas es el único impulsor de la revolución, mientras que Chávez se limita a responder a las presiones “desde abajo”. Este análisis caracteriza a Chávez, esencialmente, como alguien que se ve arrastrado, contra su voluntad, por el movimiento, y cuyo principal interés consiste en mantenerse en el poder, del mismo modo que lo haría una dirección reformista. Socialist Worker-Nueva Zelanda rechaza este punto de vista, que considera unidimensional y no dialéctico. Creemos que, a juzgar por sus palabras, y lo que es más importante, por la cadena de acontecimientos que es capaz de desatar, Chávez está fomentando la confianza, la conciencia y la organización de las masas. Lejos de verse obligado a avanzar por el movimiento, Chávez se ha convertido en un enorme inspirador e impulsor práctico de la causa socialista. En sus discursos, Chávez suele referirse a la curva pronunciada de su aprendizaje. A partir de 2005, se ha inclinado públicamente hacia el socialismo revolucionario, citando a menudo a los principales teóricos marxistas. En el Foro Social de Brasil de enero de 2005, afirmó: “Es imposible, en el marco del sistema capitalista, resolver el problema de la pobreza de la mayoría de la población mundial. Debemos trascender el capitalismo. Pero no podemos recurrir al capitalismo de estado, que resultaría en la misma perversión de la Unión Soviética… “Soy un revolucionario, y me hago más revolucionario cada día, porque cada día que pasa me convenzo más de que sólo podremos liberarnos de la hegemonía capitalista, la hegemonía de los oligarcas que gobiernan nuestras tierras, tomando el camino de la revolución. No hay otra forma”. A un amplio conocimiento de los textos socialistas, Chávez añade su aprendizaje como director de un proceso revolucionario vivo, basado en la expresión práctica del “poder popular”. El hecho de que ocupe el palacio presidencial es un factor clave en la aceleración de la revolución socialista propugnada por Chávez durante su campaña de reelección a finales de 2006. Una dirección socialista apoyada en las masas y que promueve su auto-emancipación, trasciende la dicotomía reformista entre cambio “desde arriba” o “desde abajo”. RELACIÓN DIALÉCTICA ENTRE CHÁVEZ Y EL MOVIMIENTO La relación dialéctica entre Chávez y el movimiento de masas puede verse en la formación de los Consejos Comunales. Antes de los consejos comunales existieron los Círculos Bolivarianos que organizaban a los chavistas en los barrios. Los círculos bolivarianos ayudaron a llevar a las masas a la calle para derrotar el golpe de 2002. Más delante aparecieron las Misiones, enormemente populares, iniciadas por el gobierno Chávez para afrontar las necesidades específicas de los venezolanos pobres. Las misiones se financian, directamente, con los ingresos del petróleo y están formadas por ejércitos de voluntarios. Las misiones pasan por encima de la burocracia corrupta del estado capitalista que, de esta forma, queda deslegitimado. Las experiencias prácticas de las misiones han dado confianza a las masas. Estas han aprendido cómo se puede desbordar a la burocracia y establecer instituciones y procesos alternativos que beneficien a la mayoría del pueblo. Esta maravillosa lección supuso que el movimiento “desde abajo”, y en particular los dirigentes orgánicos que surgían de la base, comenzaran a ejercer cada vez más presión. Chávez y compañía comprendieron las necesidades del movimiento. Promovieron, en abril de 2006, la Ley de Consejos Comunales, que una vez más daba impulso al movimiento. La ley dice que los Consejos Comunales “representarán el medio por el cual las masas organizadas pueden asumir la administración directa de las políticas y proyectos que se adopten en respuesta a las necesidades y aspiraciones de las comunidades, y en la construcción de una sociedad justa”. Actualmente existen más de 18.000 consejos comunales en toda Venezuela. Este año, el Fondo Intergubernamental para la Descentralización distribuirá cinco mil millones de dólares entre los consejos comunales. Las bases decidirán cómo se gasta este dinero en sus propias comunidades. El 8 de enero, Chávez convocó a una “federación regional de consejos comunales” para reemplazar al “estado burgués”. El gobierno Chávez apunta a la eliminación de la mayoría de las 335 municipalidades de Venezuela, plagadas de partidarios del capitalismo, y pretende dar poderes amplios a los consejos comunales bajo una constitución reformada. La dirección de Chávez y compañía suscitó la “explosión del poder comunal” (en expresión de Chávez) que hoy está desafiando a las viejas estructuras del estado. En esto consiste una dirección socialista. En una entrevista televisada del 4 de marzo de 2007, el presidente señaló la relación entre la dirección chavista y el pueblo. Refiriéndose a los “cinco motores” de la revolución, concepto lanzado a comienzos del año, comentaba: “Estamos alcanzando tal nivel de conciencia y organización popular, que sólo nos queda ponerlos en marcha”. Fomentar los consejos comunales desde el palacio presidencial puede ser algo único en la historia de las revoluciones. Pero sería un grave error subestimar esta dirección presidencial y creer que los consejos comunales no ofrecen motivos para el entusiasmo. Los consejos comunales representan una solución socialista original al problema siguiente: a pesar de ser una sociedad altamente urbanizada, en Venezuela hay más trabajadores de la ciudad en la economía “informal” que en las empresas estatales o privadas. Para Socialist Worker-Nueva Zelanda, los consejos comunales han surgido de la interacción dialéctica entre la dirección de Chávez y compañía y los impulsos del movimiento de masas. MECANISMOS DE TRANSICIÓN, NO REFORMAS “DESDE ARRIBA” Aunque Chávez partía de una posición reformista radical en 1999, y esto es algo que él reconoce abiertamente, sería un error equiparar las relaciones actuales entre el presidente y las masas con las de una dirección reformista y el movimiento de base. Aunque las políticas sociales del gobierno Chávez han beneficiado masivamente a los pobres de Venezuela, no ha sido este su único valor, y ni siquiera el más importante si se observa con detenimiento. Su “valor revolucionario” procede de la intervención directa de las comunidades pobres en la puesta en marcha de estas políticas sociales, y de la movilización a gran escala de las masas venezolanas. El factor decisivo no es tanto la medida en que ha disminuido la pobreza, por importante que esto sea, sino más bien el aumento meteórico de la confianza de la gente común en su capacidad para regir su propio destino. Las misiones no han sido nunca reformas “de arriba abajo” en un sentido socialdemócrata. Como dijo Chávez: “Son armas para la construcción del socialismo”. Socialist Worker-Nueva Zelanda cree que las iniciativas del gobierno Chávez, tomadas en su conjunto, constituyen un programa de transición del siglo XXI. Un programa de transición ayuda a las bases a promover reformas radicales ligadas a la acción de masas, que tienen un impacto revolucionario en la sociedad. Trotsky escribía en 1938: “Es necesario ayudar a las masas en el proceso de la lucha diaria, para encontrar el puente entre las demandas actuales y el programa socialista de la revolución”. Y añadía: “Este puente debe incluir un sistema de reivindicaciones transitorias, que partiendo de las condiciones y de la conciencia actuales de amplios sectores de la clase obrera, conduzcan invariablemente a una conclusión final: la conquista del poder por el proletariado”. La naturaleza de estas “reivindicaciones transitorias” depende del contexto, y aquí se incluyen la localización de la lucha, las relaciones de fuerza entre las clases, la voluntad política de los antagonistas y otros muchos factores históricamente determinados. Muchas de las iniciativas promovidas por Chávez desde su elección en diciembre de 1998 han sido “puentes” para que las masas se desplazasen desde un nivel inferior a otro más elevado de la lucha, a menudo en respuesta a los obstáculos levantados por las fuerzas de clase contrarias. La conciencia revolucionaria de las masas ha avanzado a cada paso de este trayecto. En un escenario de doble poder, las reivindicaciones transitorias adquieren una significación aún mayor, porque no hay espacio para una reconciliación estratégica entre las fuerzas de clase enfrentadas. El gran capital está obligado a lucha por la continuidad de su dominio por todos los medios posibles. Esta es la “verdad” de una situación revolucionaria. Esto es lo que las masas venezolanas han aprendido en su lucha por conquistar y defender las reformas sociales. No hay una clara línea divisoria entre reforma y revolución. La revolución surge de la lucha decidida por reformas concretas y la defensa de lo que ya se ha conquistado. Por eso una política de transición bien definida (sobre todo si viene de un gobierno socialista electo) es uno de los elementos más importantes de la dirección revolucionaria. La reglamentación de los precios de los alimentos, el control de las reservas petrolíferas de la cuenca del Orinoco, la nacionalización de las compañías de electricidad y telecomunicaciones, la promesa de nuevas nacionalizaciones y otras medidas que Chávez va a adoptar, probablemente, en el período de 18 meses en que puede gobernar con decretos… Todas estas iniciativas, tomadas en conjunto, parecen encaminadas a aumentar la radicalización de las masas y a plantear una amenaza decisiva a los intereses de la clase capitalista en Venezuela. Son verdaderos fulminantes de la revolución. ALCANCE REVOLUCIONARIO DE LOS CONTROLES DE PRECIOS En una situación de doble poder, donde fuerzas de clase opuestas luchan en todos los niveles de la sociedad, unas medidas aparentemente modestas, que en sí mismas no parecen superar el marco del capitalismo, pueden tener un alcance revolucionario. Hoy en Venezuela, ha comenzado una batalla en torno a las medidas del gobierno para tratar de controlar los precios de los alimentos y asegurar el suministro a los supermercados públicos, los Mercel. Los importadores, comerciantes y agro-capitalistas están generando escasez de productos básicos e ignorando los reglamentos de control de precios. El sabotaje económico es un arma que las fuerzas contrarrevolucionarias aún pueden manejar. Su objetivo consiste en menoscabar el socialismo y el gobierno ante los ojos del pueblo. Pero cada problema que se plantea es, a la vez, una oportunidad para los revolucionarios. En su discurso en el primer mitin de los “promotores” del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) el 24 de marzo de 2007, Chávez se refería al famoso llamamiento de los bolcheviques por “la tierra, la paz y el pan” en 1917. Dijo: “Leyendo a Lenin, que hizo un llamamiento al pueblo ruso a luchar contra la escasez de la carne y el pan, observamos el mismo método. Han pasado cien años, pero el pueblo ruso sufrió la misma situación. El viejo capitalista sigue vivo… No me refiero al estado, sino al capitalista... El socialismo tiene que entrar en el terreno económico. Si no lo hace, no estaremos construyendo el socialismo. No estaremos haciendo una revolución.” El gobierno Chávez ha aprobado una ley que permite la expropiación de cualquier empresa que acapare productos. Pero el gobierno no puede sustituir al movimiento de masas. Es el pueblo el que debe imponer los controles de precios y asegurar el suministro de alimentos. Esto va a requerir la acción de los consejos comunales, los trabajadores agrícolas y los obreros de las fábricas y la distribución. Esta solución ya está siendo promovida por activistas de base que llaman a la ocupación de terrenos y empresas, a semejanza de lo que hicieron los trabajadores del petróleo para asegurar y defender las nacionalizaciones en la industria petrolera. Enfrentarse al sabotaje económico es una tarea urgente de la revolución, que requiere un alto nivel de conciencia y organización de la base. Hasta ahora, Chávez y compañía han desempeñado un importante papel de dirección. Esa dirección, sin embargo, no ha estado ligada a una organización de masas capaz de unir a los mejores activistas en torno a los problemas acuciantes de la revolución para convertirlos en oportunidades para elevar la motivación revolucionaria de las masas. Esta va a ser la tarea del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). EL DOBLE PODER EXIGÍA UN PARTIDO SOCIALISTA UNIDO Chávez y compañía tienen el mérito de haber reconocido que la revolución bolivariana exigía un “partido de combate” que combinase la dirección revolucionaria con el poder del movimiento de masas, para librar la guerra contra la clase capitalista y la corrupta burocracia del estado. A causa de la situación de doble poder, que es por definición inestable y caótica, un partido revolucionario de masas era una necesidad urgente en Venezuela. Debe construirse ahora. Esta es la tarea que han emprendido Chávez y compañía. Para Socialist Worker-Nueva Zelanda, la información que nos llega de Venezuela acerca del PSUV es abrumadoramente positiva: - 5,7 millones de venezolanos se han apresurado a unirse al nuevo partido, arrastrando a menudo a dirigentes sindicales reacios y a otros dirigentes comunales que no acaban de ver la necesidad de superar la organización sectorial. - Los miembros registrados se dividirán en 20.000 “batallones socialistas” de 300 personas procedentes de comunidades, universidades y centros de trabajo. Cada batallón celebrará tres asambleas antes de elegir su delegado a la conferencia fundacional del PSUV, que está prevista para agosto de 2007. - 25.000 “promotores” organizarán asambleas comunales de los batallones por toda Venezuela, para discutir la estructura del PSUV y otras cuestiones relacionadas con la lucha por el socialismo. Las asambleas seguirán siendo “centros de discusión política revolucionaria” una vez que se haya formado el PSUV. - No se han establecido cuotas para los dirigentes del partido. Cada integrante de la actual dirección chavista, incluyendo al propio Chávez, deberá ser elegido por su batallón local. - La conferencia fundacional del PSUV, que decidirá sobre el programa del partido, se prolongará durante tres meses. Los delegados tendrán tiempo de volver a sus batallones para discutir las propuestas sobre el programa del partido y los demás asuntos que surjan durante la conferencia. - En diciembre de 2007, se celebrará un referéndum para someter el programa del PSUV a la opinión de todos sus miembros. EL PSUV CONSTITUIRÁ UN ATAQUE A LA BUROCRACIA Una de las críticas dirigidas al PSUV es que el partido socialista de masas va a ser una organización formada de “arriba abajo” y controlada por una burocracia ligada al gobierno de Chávez. Para Socialist Worker-Nueva Zelanda, este argumento no se sostiene, si examinamos el modo el que se está construyendo el PSUV. Se están haciendo todos los esfuerzos para evitar el dominio burocrático. El propio impulso hacia la formación de un nuevo partido socialista de masas procede de la indignación y la ira de los activistas de base ante las burocracias de todos los partidos representados en el anterior gobierno de coalición de Chávez. El favoritismo y la corrupción llevan más de un siglo incrustados en el sistema político de Venezuela. Ha sido difícil desarraigar estas prácticas nocivas. La indignación y la ira se desbordaron durante las elecciones presidenciales de 2006. En muchas regiones, la campaña de reelección de Chávez fue obra de grupos comunales y militantes socialistas, al margen de las luchas burocráticas internas y el sectarismo de los partidos del gobierno. Chávez y compañía reconocieron este hecho y anunciaron su plan de construir el PSUV a comienzos de 2007. Se constituyó un “comité técnico” para supervisar la evolución del nuevo partido hasta su conferencia fundacional. Los miembros del comité técnico han declarado su firme oposición a la burocracia partidaria. Y todo esto se ha plasmado en decisiones organizativas que muestran el compromiso de construir el PSUV “desde abajo”. Gran parte de los 5,7 millones de personas que se han unido al PSUV son activistas comunales, sindicales e indígenas que hasta ahora estaban al margen de los partidos políticos. Es evidente que las bases venezolanas creen que su partido socialista de masas va a constituir un ataque a la burocracia. El partido socialista unido se está formando tras las manifestaciones masivas de apoyo a Chávez durante la campaña electoral de 2006, y en conjunción con la importantísima “explosión de poder comunal”. Los tres meses de duración de la conferencia fundacional del PSUV y la articulación prevista entre delegados y miembros de los “batallones socialistas” son una manifestación práctica de la democracia de base. Factores como estos ofrecen al PSUV la oportunidad de superar el dominio burocrático, una amenaza omnipresente en cualquier partido obrero, sindicato u organización de base. Las bases van a saber quienes son los burócratas, quién es corrupto o indigno de confianza. Van a saber quién no escucha a las masas y van a reconocer enseguida a quienes tengan las mejores ideas para resolver los problemas fundamentales de la revolución. Aquellos que estén desacreditados por sus prácticas burocráticas en los viejos partidos podrán ser excluidos. La imputación de que algunos simpatizantes chavistas están utilizando sus posiciones de autoridad para “forzar” la afiliación al PSUV no es motivo suficiente para oponerse al partido socialista de masas y al impulso revolucionario que está tratando de generar. No se puede forzar la afiliación de 5,7 millones de personas. Las masas trabajadoras de Venezuela están votando con hechos. Los socialistas de todo el mundo deben reconocer un movimiento de masas cuando lo tienen delante. La magnitud del papel que van a desempeñar las bases en la definición del programa del PSUV ha estimulado un debate masivo sobre la naturaleza y las tareas de la nueva formación. Permanecer al margen y decir que el partido debe ser esto o aquello, antes de que la multitud organizada haya tenido la oportunidad de tomar una decisión colectiva, es una actitud burocrática o sectaria, frente a la cual Chávez y compañía han mostrado una justificada impaciencia. APOYAR A LA CORRIENTE REVOLUCIONARIA Otro de los argumentos esgrimidos contra el PSUV es que este va a comprender corrientes políticas enfrentadas, y no puede ser, por tanto, un verdadero partido revolucionario. Como ya decía en su declaración del Primero de Mayo, Socialist Worker-Nueva Zelanda considera utópico imaginar que el PSUV vaya a convertirse inmediatamente en un partido revolucionario homogéneo (ningún partido de masas puede serlo nunca). La verdadera cuestión es saber si una corriente reformista que pretenda una asociación con la clase capitalista, o una corriente capitalista de estado que quiera que una élite partidista controle la economía venezolana, van a ser capaces de imponer su hegemonía sobre el partido socialista de masas. No hay motivo para pensar que este desenlace negativo esté históricamente predeterminado, más teniendo en cuenta la naturaleza crecientemente revolucionaria de los acontecimientos en Venezuela. Con las palabras y los hechos, la dirección chavista está avanzando firmemente hacia un enfrentamiento estratégico con la oligarquía venezolana. Y esta es, sin duda, la dirección en que se mueven las masas. El proceso de formación del PSUV ya está poniendo el cerco a los políticos de la clase media, los burócratas estatales y los dirigentes sindicales que forman el grueso de la base social de las corrientes reformistas y capitalistas de estado. En el momento en que el PSUV aborde los problemas acuciantes de la revolución, se agudizará aún más el filo revolucionario del partido. Qué soluciones van a proponer a las masas del PSUV los capitalistas de estado y los conciliadores reformistas, frente al sabotaje económico de la clase capitalista? Sólo los revolucionarios, asentados en la actividad propia de las bases, pueden proporcionar una dirección consecuente a las masas crecientemente radicalizadas de Venezuela. La gente se ha integrado en el PSUV llevada del entusiasmo por la experiencia de los consejos comunales. Su confianza en el poder colectivo de reconstruir la sociedad crece al ritmo de los acontecimientos revolucionarios de Venezuela. La marginación de las corrientes reformista y capitalista de estado depende de que la revolución siga abriéndose camino hacia el socialismo, evitando el riesgo espantoso de una contrarrevolución. Existen todos los motivos para confiar en que el PSUV puede convertirse en el partido revolucionario de masas necesario para decantar la balanza del doble poder del lado de las bases. LOS REVOLUCIONARIOS DEBEN INTEGRARSE EN EL PSUV El PSUV va a reunir a los dirigentes orgánicos que han surgido del proceso revolucionario. El PSUV va a proporcionar la estructura política capaz de vincular a los revolucionarios y los radicales de las ciudades y los pueblos, a los campesinos con los obreros de la ciudad, y a los activistas de los barrios con los sindicalistas de la industria del petróleo. La entrada de las masas trabajadoras en el PSUV significa que el nuevo partido es la única opción seria para los revolucionarios consecuentes. Aquí es donde van a producirse los debates en torno a los grandes problemas de la revolución. Aquí es donde van a decidirse las acciones coordinadas de las masas. Por desgracia, algunos “revolucionarios” de dentro y fuera de Venezuela parecen creer que hace falta un “polo alternativo” al PSUV. Pero mantenerse fuera del partido socialista de masas no haría más que fomentar el aislamiento sectario. Socialist Worker-Nueva Zelanda cree que los revolucionarios consecuentes deben integrarse en el PSUV, y ayudar al partido a integrar la teoría marxista con la práctica, a veces sin precedente, de una revolución viva. Construir el PSUV no supone, desde luego, la garantía de un avance sin obstáculos hacia el socialismo. Los vaivenes de la lucha de clases, junto con las decisiones sobre tácticas y estrategia, determinarán la historia del PSUV, como la de cualquier partido político. El PSUV es un edificio en construcción. Habrá disputas en el PSUV que serán el reflejo de las luchas en el seno de la sociedad venezolana. Estas disputas se produjeron también en el partido bolchevique en respuesta a la presión de los acontecimientos externos. El partido de Lenin no fue nunca homogéneo ni pretendió serlo. La insistencia en la “pureza” ideológica y política en un partido de masas sería una exigencia ilusoria. Siempre habrá algún grado de discrepancia sobre cada cuestión importante, y a menudo corrientes internas distintas y en permanente evolución. En tanto la base social del reformismo y el capitalismo de estado siga existiendo, estas tendencias seguirán infiltrándose en el partido socialista de masas. El problema real es que la corriente revolucionaria sea capaz de arrastrar a las masas en cada giro importante, en la larga lucha por reemplazar el capitalismo por el socialismo. Y esto sólo puede suceder si la corriente revolucionaria conquista una posición hegemónica en el partido socialista de masas. Los afiliados de la TSI y los demás grupos socialistas fuera de Venezuela deben mantener una relación estrecha con el PSUV. El movimiento socialista mundial debe ayudar al PSUV a crear un “partido marxista del siglo XXI” y, a su vez, aprender de nuestros compañeros venezolanos y de su liderazgo de una revolución viva, hecha por las bases. PONER A LOS TRABAJADORES AL FRENTE DE LA REVOLUCIÓN Como señalábamos en nuestra declaración del Primero de Mayo, la clase obrera sindicalizada de Venezuela es muy reducida en comparación con la población urbana de obreros precarios, pequeños comerciantes, cooperativistas y desempleados. Además de esto, el movimiento sindical ha sufrido enormemente durante los años en que estuvo bajo la dirección de la conservadora Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), socio de la oligarquía venezolana y el régimen de Punto Fijo anterior a la presidencia de Chávez. Durante la huelga patronal de 2002-2003, la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) surgió como una federación pro-chavista amplia. Hoy, la CTV ha sido arrinconada por la UNT, a pesar de que la federación de izquierdas se encuentra dividida en cinco corrientes distintas y, a menudo, enfrentadas. El Primero de Mayo de 2007, la UNT organizó una manifestación obrera masiva en Caracas, bajo la consigna: “En lucha por el socialismo”. Aunque este es un indicio esperanzador, los trabajadores de Venezuela no se encuentran aún al frente de la revolución. Los socialistas de dentro y fuera de Venezuela, y Chávez entre ellos, reconocen que esta debilidad de la revolución bolivariana debe superarse, si es que ha de haber victoria del socialismo. Uno de los objetivos estratégicos debe ser el control obrero de los centros de producción, por medio de las ocupaciones de empresas y los comités obreros, y la creación de una red de consejos obreros ligados a los consejos comunales. La creación de consejos obreros requiere algo más que declaraciones audaces de los comités sindicales, el gobierno de Chávez y las redes socialistas, por importantes que estas sean. Los consejos obreros sólo pueden construirse en el proceso orgánico de lucha de los propios trabajadores en combinación con un partido socialista de masas. Socialist Worker-Nueva Zelanda cree que el PSUV puede desempeñar un papel inductor en la creación de consejos obreros. Los batallones del PSUV en los centros de trabajo pueden comenzar a movilizar a los trabajadores del país en torno a los problemas prácticos de la revolución. En la medida en que el PSUV movilice a los obreros contra el sabotaje económico de los empresarios, por ejemplo, la necesidad de extender el control obrero de la producción y la distribución resultará más evidente a los ojos de las bases. Se establecerá una conexión orgánica entre las necesidades inmediatas y la organización socialista. EL PSUV Y EL PODER OBRERO Se han producido debates dentro y fuera de Venezuela acerca de la naturaleza de la relación que debe existir entre el gobierno de Chávez, el PSUV y la UNT. Aunque las bases del PSUV deben aún definir el nuevo programa del partido, Socialist Worker-Nueva Zelanda ofrece estas primeras reflexiones. El objetivo definitorio del movimiento sindical en Venezuela debe ser el poder de los trabajadores. Sería un error que los sindicatos diesen prioridad a las reclamaciones salariales sobre el imperativo estratégico del poder obrero. Para conquistar el poder obrero, la UNT debe forjar una alianza estratégica con el gobierno Chávez, el PSUV, los consejos comunales y los trabajadores no sindicados de la ciudad y el campo. Los aumentos salariales, en sí mismos, irían evaporándose a medida que la contrarrevolución acumulase fuerzas en ausencia del poder obrero. La expansión del poder obrero, por el contrario, crearía las mejores condiciones para mejorar los niveles de vida de las grandes masas. Los trabajadores sindicalizados deben elevarse a un nivel superior de conciencia política y organización de clase, si la revolución ha de avanzar y sobrevivir. El elemento nuevo y esencial de este avance revolucionario es el partido socialista de masas. Los batallones del PSUV en las empresas, a menudo formados por miembros de la UNT, deben trabajar junto a otros sindicalistas de base y, cuando sea posible, con sus dirigentes sindicales. Pero si fuese necesario, el PSUV debería trabajar con independencia de los dirigentes sindicales que ponen sus intereses burocráticos o sectoriales por encima de la lucha general por el poder obrero. Los activistas del PSUV y la UNT no deben renunciar a la movilización de los sindicalistas de base en torno a las ocupaciones de fábricas y los consejos obreros, sólo porque los dirigentes sindicales se nieguen a bendecir estas acciones, o incluso se opongan a ellas. A semejanza de los bolcheviques de Lenin, el PSUV debe ejercer como “partido de combate”, movilizando a los sectores más amplios de la clase trabajadora para resolver los problemas de la revolución. Trascender las divisiones que actualmente paralizan a la dirección de la UNT requiere movilizaciones transformadoras impulsadas por el centro político del poder de la base: el PSUV. Socialist Worker-Nueva Zelanda cree que la UNT y sus afiliados deben mantener su autonomía orgánica respecto del gobierno Chávez. Nos situamos en la misma línea que Lenin, cuando aconsejaba a los sindicatos rusos que conservaran su independencia del estado bolchevique, para actuar como contrapeso de la inevitable burocracia oficial en un país atrasado, con una revolución aislada. Al mismo tiempo, apoyamos a los dirigentes y miembros de la UNT que se unen al PSUV a título individual. La mayoría de los sindicalistas de base ya lo han hecho, arrastrando en ocasiones, entre gritos y pataleos, a los autoproclamados dirigentes “revolucionarios” de la UNT. Los afiliados de base conducen a sus dirigentes. La dialéctica de la dirección comienza a cambiar en la medida en que el socialismo desafía al viejo orden. La autoridad “normal” de los dirigentes sindicales sobre las bases, en una sociedad bajo el completo dominio de la élite capitalista, comienza a romperse en una situación de doble poder. LA TÁCTICA REVOLUCIONARIA Y LA CONSTITUCIÓN VENEZOLANA A pesar del entusiasmo suscitado por los acontecimientos de Venezuela, el PSUV está en período de formación y aún debe someterse a la prueba de la lucha. Por eso no se puede afirmar que las bases hayan alcanzado aún el nivel de conciencia y organización necesario para asestar un golpe definitivo a las fuerzas contrarrevolucionarias. En tanto se mantenga una situación de doble poder, habrá que definir cuidadosamente la táctica, para abrir un espacio al crecimiento de las fuerzas revolucionarias. Los libros no pueden, por sí solos, enseñar el arte de la dirección revolucionaria. Hay que aprender a orientarse entre los giros y desvíos de un proceso revolucionario, y calcular la fuerza y las debilidades de la coalición de clase enemiga. Una cuestión fundamental para Chávez y compañía ha sido la relación entre la revolución bolivariana y la constitución aprobada en referéndum popular en diciembre de 1999. El proceso de elaboración de la constitución supuso, en primer lugar, unas elecciones a la Asamblea Constituyente de Venezuela. El resultado fue una asamblea dominada por diversos partidos, todos los cuales manifestaron su apoyo a Chávez. Las corrientes revolucionaria, reformista, capitalista de estado y nacionalista de mercado estaban representadas en la mal definida coalición chavista. No sorprende, por tanto, que la constitución de 1999 no fuese socialista. Los derechos de propiedad capitalista están garantizados. Sin embargo, la constitución incorpora rasgos progresistas como la “democracia participativa” y “los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la democracia”. Incluye disposiciones sobre referéndum nacionales para revocar leyes o cargos públicos. Dada la insatisfacción general con la constitución del Punto Fijo y los dos principales partidos de la era pre-chavista, la nueva constitución fue bien acogida por la mayoría de los venezolanos, incluyendo gran parte de la clase media. Se distribuyeron millones de ejemplares de la constitución entre la gente, deseosa de un cambio de sistema político. Entre 2000 y 2004, el gobierno Chávez se mantuvo, generalmente, a la defensiva, ante los ataques procedentes de la oligarquía venezolana. Durante este período, la constitución de 1999 permitió a Chávez, como presidente de la “República Bolivariana de Venezuela”, mantener alguna legitimidad constitucional frente al conjunto de las clases del país. La derrota del golpe de 2002 restauró la presidencia de Chávez y la constitución de 1999. Un factor significativo en el fracaso del golpe fue la pasividad de aquellos que no estaban ni a favor ni en contra de Chávez, pero que ofrecían un apoyo “blando” a la constitución de 1999 y sus iniciativas democráticas. Las constantes referencias de Chávez a la legalidad y la constitución de 1999 han sido importantes para asegurar la tolerancia de los sectores que no manifiestan ni apoyo ni rechazo al presidente. Las nacionalizaciones, por ejemplo, se han realizado con plena compensación a los capitalistas y de acuerdo a la constitución. A medida que Chávez y compañía pasan a la ofensiva y ponen el socialismo en primer plano, la relación de la revolución bolivariana con la constitución de 1999 comienza a cambiar. Chávez y compañía saben que la revolución debe ir más allá de los límites de la constitución de 1999 y sus trazas de doble poder. Este año, Chávez propuso la redacción de una constitución socialista. En esta etapa, sin embargo, Chávez sigue invocando la constitución de 1999, a la vez que plantea exigencias de carácter crecientemente socialista a los capitalistas venezolanos. La dirección socialista de la revolución se pone de manifiesto ante las bases, sin violar el marco legal que legitima a Chávez a los ojos de la clase media. Esta maniobra de “divide y vencerás” nos muestra a Chávez como un maestro de la táctica revolucionaria. El discurso del presidente el 4 de junio de 2007 ante 300.000 personas que se manifestaban contra el reaccionario canal RCTV resulta revelador. Chávez afirmó: “No nos proponemos eliminar a la oligarquía, la burguesía venezolana. Lo hemos demostrado suficientemente a lo largo de ocho años”. Pero añadía inmediatamente: “Si la oligarquía no lo entiende, si no acepta el llamamiento a la paz… entonces la burguesía venezolana seguirá perdiendo, uno a uno, los resortes que le quedan”. Chávez llama a la oligarquía a “respetar la constitución, respetar las leyes. Si no lo hacen, lo lamentarán: les obligaremos a obedecer las leyes de Venezuela”. Este impulso hacia una nueva constitución socialista va a ser un instrumento importante para proseguir la educación y organización de las masas. La legitimidad constitucional de “la revolución en la revolución” anima a las masas a enfrentarse al decreciente poder político, económico e ideológico de la vieja clase dominante. Este proceso se verá acelerado por la puesta en marcha de un partido socialista que movilice a las masas. El PSUV va a reforzar a los revolucionarios chavistas en el gobierno, los consejos comunales, los sindicatos, los comités urbanos y rurales, las misiones y otras ciudadelas del socialismo. Sólo el PSUV y sus aliados de base pueden concretar una nueva constitución socialista. LA REVOLUCIÓN MÁS IMPORTANTE DE LOS 90 ÚLTIMOS AÑOS El proceso revolucionario de Venezuela se sitúa en un nivel cualitativamente superior al de cualquier acontecimiento en curso en Latinoamérica, Bolivia incluida, y desde luego en otros continentes. En palabras de la declaración del Primero de Mayo de Socialist Worker: “Las masas de Venezuela están respaldando un auténtico proyecto revolucionario, de un modo inédito en los últimos 90 años”. Nuestra declaración reflejaba la dinámica revolucionaria de una dirección socialista creativa en la táctica y un movimiento de masas cada vez más afianzado, en un período de renacimiento y convulsión social. Esta “dinámica” estaba ausente en los ascensos revolucionarios globales de los últimos 90 años: Alemania 1918-23, España 1936-38, Hungría 1956, Francia 1968, Portugal 1975-76, Irán 1979, Polonia 1980-81 y Serbia 2000. Los vínculos cada vez más estrechos de nuestra aldea global suponen que la revolución socialista en un país debe generar ondas de choque en todos los continentes. Estas se intensificarán con la serie de conflictos inter-imperialistas entre las potencias mundiales, sobre todo entre Washington y Beijing, que hoy están impulsando la interminable “guerra contra el terrorismo” de los Estados Unidos, una guerra para monopolizar los recursos petrolíferos de Oriente Medio e imponerse a estados rivales como China. LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA APOYA A LA RESISTENCIA IRAKÍ Los socialistas de todos los países se sitúan en el centro de los movimientos contra la guerra que se oponen a la colonización armada de Irak y Afganistán por parte de los Estados Unidos. El imperialismo USA se enfrenta al desastre provocado por la presión combinada de las fuerzas de la resistencia indígena, el movimiento global por la paz y el descontento creciente entre los soldados norteamericanos. Los socialistas vinculan la “guerra contra el terrorismo” de Estados Unidos con la agresión neoliberal a los servicios públicos, la indiferencia ante la eco-viabilidad y la erosión de la democracia popular. La revolución en marcha en Venezuela nos permite destacar la alternativa positiva: una lucha viva y real por la justicia social, el equilibrio ecológico y la liberación humana. La heroica resistencia iraquí ha abierto un mayor espacio al avance de la revolución bolivariana. A su vez, el empeño de Washington en dominar Irak se ha visto debilitado por el desafío de Venezuela a la hegemonía de Estados Unidos en Latinoamérica. Resulta difícil, incluso para una superpotencia, ganar una guerra en dos frentes. Cada avance de la revolución bolivariana fortalece la lucha global contra la agresión estadounidense. En su discurso ante la asamblea general de las Naciones Unidas el 20 de septiembre de 2006, Chávez definió al imperialismo USA como “la mayor amenaza que se cierne sobre nuestro planeta”. Posteriormente, ha sugerido que, si Estados Unidos atacase Irán, Venezuela paralizaría sus exportaciones de petróleo a USA (estas representan, actualmente, un 20% del total del país). La significación de la Venezuela revolucionaria se extiende más allá de su amenaza local a los intereses de Estados Unidos. La revolución bolivariana es un desafío vivo a la explotación, la opresión y la guerra del capitalismo global. Por eso nuestra declaración del Primero de Mayo decía: “La primera línea de la guerra histórica entre capitalismo y socialismo se sitúa hoy en Venezuela”. Para Socialist Worker-Nueva Zelanda, el activismo contra la guerra y la solidaridad con Venezuela son dos caras de la misma moneda. Ambas se necesitan mutuamente. Por eso Chávez y la revolución bolivariana son un estímulo para aquellos que luchan por la libertad en Oriente Medio. Al negarnos a dar prioridad a una lucha sobre otra, nos negamos a aceptar la política imperialista de dividir y someter al movimiento global. LA 4º GUERRA MUNDIAL EXIGE UNA INTERNACIONAL SOCIALISTA DE MASAS En el último siglo, la humanidad ha padecido tres conflictos globales, debidos a la rivalidad entre potencias capitalistas de mercado y capitalistas de estado. Estos conflictos fueron la Primera Guerra Mundial (1914-18), la Segunda Guerra Mundial (1939-45) y la Guerra Fría (1946-91). Socialist Worker-Nueva Zelanda considera que estamos en la primera etapa de la 4ª Guerra Mundial. Las palabras clave en esta guerra: “Irak”, “terrorismo”, “cambio de régimen”, “China”, “precio del petróleo”, “cambio climático”, “globalización”, “pobreza” y “Chávez”, apuntan a una lucha global en muchos niveles. Será una guerra entre potencias imperialistas rivales, una guerra ecológica de las multinacionales contra el planeta y una guerra de los “poseedores” contra los “desposeídos”. La 4ª Guerra Mundial estará marcada por el declive de la legitimidad capitalista, la resistencia de base y las explosiones revolucionarias. La opción nunca ha sido más cruda: o la catástrofe global o la revolución global. Hoy en Venezuela, millones de personas actúan con el convencimiento de que es posible conquistar el socialismo en el plazo de esta generación. Este sentimiento se extiende más allá de las fronteras de Venezuela, hacia otros países de América Latina, y más allá. Si el PSUV de millones de miembros logra llevar a las masas de Venezuela hacia una ofensiva revolucionaria, superando los límites del doble poder, podrían comenzar a vislumbrarse las condiciones materiales para una internacional socialista de masas. Esta internacional sería la primera desde que los bolcheviques de Lenin fundaron la Comintern al calor de la revolución socialista de Rusia, para extender la ola revolucionaria por todo el planeta. Aprovechar la primera oportunidad seria de crear una internacional socialista de masas es una necesidad histórica, si queremos que los revolucionarios se pongan al frente del movimiento global para vencer en la 4ª Guerra Mundial. Mientras tanto, los socialistas pueden organizarse en todo el mundo para trasladar las estimulantes lecciones de la revolución bolivariana a todos los movimientos de base en los que están insertos en sus propios países. De estas enseñanzas deberíamos extraer conclusiones organizativas, así como políticas e ideológicas, si queremos unificar la teoría y la práctica marxistas. Nuestra declaración del Primero de Mayo vinculaba el avance de la revolución venezolana con el establecimiento de una coordinadora de la TSI, la coalición marxista internacional a la que pertenece Socialist Worker-Nueva Zelanda. Más que convertirse en un órgano de dirección táctica, una coordinadora de la TSI debe tener el objetivo estratégico de coordinar un debate global sobre el despliegue de la revolución en Venezuela y la posibilidad de que fructifique en una internacional socialista de masas. LAS PROPUESTAS DE SOCIALIST WORKER-NUEVA ZELANDA A LA TSI En la reunión anual de la TSI en Londres, los días 11-12 de julio de 2007, Socialist Worker-Nueva Zelanda va a poner sobre la mesa las siguientes propuestas prácticas: 1) El mayor número posible de compañeros hispanohablantes de la TSI deben asistir a la conferencia fundacional del PSUV que comienza en agosto de 2007 2) En consulta con los dirigentes del PSUV y marxistas de otros países que asistan a la conferencia del PSUV, los asistentes hispanohablantes de la TSI deben iniciar un debate global sobre la naturaleza, estrategias y perspectivas de la revolución venezolana. 3) Para ayudar a la coordinación de este debate global sobre la revolución venezolana, debe crearse, con el apoyo de la tecnología moderna, una coordinadora de la TSI, formada por un delegado de cada grupo, con reuniones “virtuales” de todos sus miembros cada vez que sea preciso. Socialist Worker-Nueva Zelanda invita a los afiliados a la TSI y demás grupos y militantes socialistas a realizar nuevas aportaciones a este debate. Enviad vuestros textos a: Central committee Socialist Worker-New Zealand PO Box 13-685 Auckland New Zealand socialist-worker@pl.net ­­64 9 634 3984 Saludos solidarios, Comité central de Socialist Worker-Nueva Zelanda FIRMADO POR Don Archer Grant Brookes Joe Carolan Gordon Farris Vaughan Gunson Bernie Hornfeck Peter Hughes Daphne Lawless Grant Morgan Len Parker Tony Snelling-Berg

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